Después de mil súplicas, #V me permitió llevar a Michimalonko a la casa, siempre y cuando ella no estuviera. Así que, un día como hoy, donde estaba sola en la casa, le dije que se duchara y que viniera rápido.
A veces sólo llegaba, me preguntaba cómo había estado mi día y culiábamos como animales hasta sudar lo último que nos quedara en el cuerpo. Otra veces, era más lento. Como cuando llegó con unas cervezas y nos pusimos a bailar ska en el living. O cuando llegaba, le pedía dos minutos y mientras cocinaba el almuerzo para el otro día, él me interrumpía con mordiscos en el cuello y agarrones furtivos. Hasta le pasé la escoba un par de veces para que me ayudara con el aseo y culiáramos luego. Además de prestarle el computador para un trabajo para la universidad y yo leyendo uno que otro libro, con el potito parado, esperando que llegara a mí.
Sexo en la ducha.
Ese día era uno de los más calurosos, sin presagiar la ola de calor actual en la que vivimos, pero como llevaba a cuestas la pega aún, cuando llegó, lo metí inmediatamente al baño, agarré dos toallas y mientras me sacaba la falda, conversábamos de nuestro día, al momento de sacarme el sostén su cara de desconcierto cambiaba a lasciva y cuando le saqué la polera, empezó a imitarme.
Nos empezamos a limpiar cada uno a sí mismo/a y luego entre nosotros. El jabón se hizo deseo y nos recorrimos. De sólo verlo erecto, mi cuerpo se hundió por inercia en la pared y con mis manos busqué su cuerpo a tientas sintiendo al fin el alivio que su calor me entregaba bajo el agua.
Rápidamente pasamos de sus dedos entrando y saliendo de mí con tal fuerza que si lo pienso
Ya no daba más, ya no dábamos más y le pedí dulcemente,
Un último enjuague rápido y un beso de despedida.
M: Como siempre, un placer.
Michimalonko: Nos vemos washita.
Un placer, M.