domingo, 10 de abril de 2022

Ser buena anfitriona

Comerse a un completo
Parte II

Bueno, bueno, un poco de contexto. Cuando les hablo de que soy una buena anfitriona, es que me lo tomo en serio y busco que la persona que viene a mi casa se sienta lo más cómoda posible. Si tienes frío, te cierro la ventana, te sirvo un tecito o café a gusto. Si tienes hambre, siempre tengo algo para que no te baje el azúcar, y por supuesto te doy drogas y alcohol a destajo. Obviamente, no quiero que la visita de turno se me vaya en pálida o termine toda curá vomitando en el baño, así que siempre tengo a mano agua, azúcar y una frazada en caso de ser necesario.

Pero sí hay algo que se ha repetido durante estos encuentros furtivos. Y es que, sorry not sorry, te echo de mi casa. Sí, tal cual como lo leen. Una vez viniste, o te viniste, o me vine, o nos vinimos, y todas las posibilidades del verbo venirse/irse, como le quieras decir, quiero que de verdad: te vayas. 

Quiero presentarles a ustedes a BERTHA, ella es mi terapeuta y espero que me auspicie, porque la nombro cada dos por tres. Esta conversación ya la tuve con ella, y sí, tiene que ver con no perder mi espacio, intimidad, y no dejar entrar a nadie. Además, aceptémoslo, ¿qué se hace después de? Cuando iba a moteles y era una joven y alocada M, aprovechar el tiempo era la tónica, pero aquí no hay tiempo que perder y yo al otro día debo ir a trabajar y no estoy para perder horas de sueño.

Volviendo al tema. 

Eran días de las elecciones y propusimos nuestro primer encuentro:
(Spoiler Alert, sí ganó Boric)


Luego de haber tenido el primer encuentro con el muchacho en cuestión, trapero, moreno, ojos rojos y risa de comercial, no pretendía siquiera darle la oportunidad de sentarse a respirar. Pero vi que me pidió tiempo, que estaba aún muy arriba en la nota, y necesitaba tomar impulso para llegar a su casa caminando. Lo vi un poco pálido, un poco ido, y preocupada le pregunté si quería algo. Le serví un tecito, y sí, señoras y señores, damas y caballeros, M se pegó el show y toda volacha le terminó haciendo un completo, con la palta bien molida, el tomate en cuadritos chiquitos y hasta mayo, para que sea un clásico italiano. 

Obviamente, después de eso, y reposar, el hombre se fue a su casa, y yo en el trabajo empecé a llamarlo por su nuevo apodo: “El completo”. 

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Un placer, M.


sábado, 2 de abril de 2022

El Trapero

Alias, el completo
Parte I

- Voy llegando
- Bueno, estoy fumando en la escalera, te espero.


Días atrás, recuerdo haberlo visto. Su cara mulata me parecía conocida de algún lugar, y al fin, al bajar del escenario pude reconocer sus ojos fuego. Oh, cuánto ha cambiado, y qué bueno verlo, pensaba mientras me mordía el labio y se me entumecían las piernas.


Al fin llegaste. Ven, siéntate - demandé- 

Decidí romper la barrera del tacto ofreciéndole unas caladas de mi cigarro. El humo salía de su boca y yo, hipnotizada por esos labios, oh… sus labios… tan tiernos y jugosos que con sólo recordarlos tiendo a apretar los dientes, buscándolo entre mis colmillos. 

Al entrar se sintió con tanta confianza que no tuvo reparos en el pocillo de almuerzo aún sucio en el lavaplatos, o que sobre las sillas del comedor tuviera tres chaquetas colgadas una sobre otra, sólo puso su atención en los libros de él; ese amor de otra vida, de la que venía a borrar.

Tratando de obligarme a ignorar todo aquello, y concentrándome sólo en él, procedí a servirle un brebaje e instalarnos. Ya con los humos subiendo por la cabeza, y mi sangre hirviendo al ritmo del dembow, veo que ese guerrero diaguita se planta frente a mí y mueve sus caderas mientras mis pupilas se dilatan con emoción recordando lo mucho que me gustan las danzas ceremoniales de cortejo. 

Gira hacia mí, esboza una sonrisa y me extiende la mano. Esa invitación no la rechazaría jamás. 


Si tú quieres yo te puedo llevar
A un lugar seguro que te va a gustar
Uuuuh, se siente bien, besarte se siente bien ♫♪

Su cuerpo con mi cuerpo, rozándose al ritmo de los tambores. Sus dedos de piedra incrustados en mis caderas como en una escultura de Bernini. Su pecho emanando vapor y su olor ahogándome de deseo. No pudimos resistirnos más a la fuerza magnética que nos obligó a unir los labios, y al fin, tuve su boca en mi boca, su lengua en mi lengua, pude morderlo suave, como una uva madura, con la presión necesaria para extraerle el jugo sin romperla.

Tomamos aire, y al separarnos le abrí los ojos, lo tomé con la misma mano que me había acarreado a ese baile y lo dirigí a mi pieza. 

Pude observarlo, sólo un instante, aunque ahora parece eterno: él, sentado, agitado, con las pupilas dilatadas, su olor llenando todo el espacio, la luz amarilla del foco dándole directo en su pecho, generando sombra sólo en esos espacios donde quería clavar mis manos. Me interrumpieron sus ojos aceituna y me subí a sus piernas. Las ropas se hicieron parte del paisaje, su piel era tersa y no podía dejar de saborearla. Mi lengua recorrió desde el cuello hasta la pelvis. Él no perdía tiempo, me tomaba los pechos ya expuestos y se hundía en ellos, perdía el control mientras movía mis caderas contra las suyas desde arriba hacia abajo, cada vez más fuerte, embiestiéndolo con todo el poder que mis piernas frágiles pudieron. No era suficiente.

Cambio. 


Me recosté sobre la almohada y sentí su miembro penetrarme desde atrás. Era un ir y venir de suspiros y gemidos ahogados, sus manos buscaban el punto máximo de mi placer y con la ayuda de mis dedos, pudieron encontrar la equis en el mapa. 

Tiempo. Necesitamos aire. 



El calor era tal que ahogaba la habitación. Abrí las ventanas e iba dispuesta a la acción, hasta que su cara lascivia me dominó. Apoyada con todo mi cuerpo sobre la cama, sólo los pies en el suelo, sentí subir por mis piernas sus dedos, su lengua… Sus grandes y gruesos dedos llenaron todo dentro de mi humedad, y mi placer fue in crescendo. Cada vez más adentro, cada vez más rápido, cada vez más fuerte, más, y más… y más… un último gemido ahogado y la represa de placer se desbordó por todas las sábanas. 

Un último suspiro.



No vas a poder acostarte aquí, ahora. - Me decía mientras esbozaba una sonrisa de satisfacción.

Lo sé - le dije con el último aliento que me quedaba.


Continuará...
Y ahí sabrán por qué se llama Completo jiji