La caída del ego es más fuerte.
Hace unos meses atrás me habló de la nada un tipo muy prepotente y como a prepotente, prepotente y medio, le respondí con la misma pluma pará de india. Calmó sus pasiones y comenzamos a hablar. Después de un rato vi su perfil y me gustó, aunque no es de mi tipo, es el típico niño bonito: rubio, sonrisa perfecta, ojos coquetos, piel tersa y color pastel, músculos sin esfuerzo y actitud de rompe corazones. Podría haber sido el yerno ideal, pero a mí no me terminaba de matar, hasta que después de unas conversaciones, bromas y posiciones
Un día, después de un lío amoroso del que me hablaba, me hizo la pregunta crucial: "¿y tú, en qué estás?" Ahí supe que por la otra ventana tenía que preguntarle a V qué rayos me ponía porque toda mi ropa es indecente
Cuando pasé al metro a buscarlo sólo pensaba en que iba a estar colgado de niñas de 15 pidiéndole su
Después de haber pasado por el primer encuentro, saltado unas escaleras y bordeado unas rejas, llegamos a la primera botillería que estaba cerrada. Antes de que se me partiera el corazón y me faltara el aire, fuimos donde el infalible Vikingo. Después de un pisco, hielo, una bebida y cigarros, nos fuimos a la casa.
Entre piscola y piscola, entre baile, ska y salsa, entre hielo y más piscola, no se me podría haber ocurrido,
Entre el pisco y nuestra torpeza, le pido que me ayude a dejarlo tal cual estaba, como que nada hubiese pasado. Tarea maratónica considerando que ya ninguno podía mantenerse derecho del todo, menos un elemento extra, así que, para que el fuego no se extinguiera, lo dejamos ahí y pasamos a mi pieza.
Sólo recuerdo besos sabor a jabón, piel con olor a bebé y un rosado, aún más bello que sus ojos achinados al sonreír, pene.
A la mañana siguiente, o a eso de las 6, desperté y no estaba. Todo estaba tal cual había quedado anoche: ropa en el piso, el pole aún tirado en un rincón, los vasos de pisco aún servidos, la silla en el mismo lugar pre-caos y mi cuerpo desnudo sin si quiera una despedida de por medio. Los niños bonitos no son lo mío.
Un placer, M.
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