Encuesta.
El otro día me habló un amigo preguntándome sobre su pene. Como ha pasado ya casi un año y mucha agua bajo el puente, no recordaba exactamente su anatomía, así que nos pusimos a filosofar sobre el tamaño. Ahí quedé con más dudas que antes.
Ante todo les comento que no soy del tipo de persona que me gusta darle alguna valoración (negativa o positiva) al cuerpo y menos del resto, pero esto va un poco más allá, o eso intento, de ser un simple artículo para Cosmo, Miss 17 o la revista de papel couche de turno.
Desde siempre la cultura fálica nos ha agobiado a las mujeres, pero mientras nosotras estamos felices con nuestro clítoris y vulva en general (donde sabemos tenemos mil opciones de sensaciones), la envidia del pene (saludos tío Freud jiji) no sería jamás algo más que tener un accesorio o algo que podamos menear, pero para desgracia de nuestros amados hombres, es a ellos quienes les ha afectado más. Tanto desde lo que nos ha enseñado el capitalismo (más es mejor), como en el porno (primer acercamiento a cuerpos ajenos -sexualizados-) y publicidad.
La excusa perfecta para este complot ha sido decir que las mujeres (heterosexuales) son quienes preferimos un miembro de mayor tamaño y desde ahí quiero deconstruir un poco la idea. Jamás nos preguntan si nos gusta grande o ancho, curvo o recto, morado o rosado, circuncidado o no, o aún más allá de eso, si es que realmente nos bastaría con un coito plaentero, porque claramente, un pene grande no nos asegurará placer.
Vamos a partir mencionando que la pregunta ha sido capciosa, y es que nadie está a favor de los extremos. El tamaño es importante cuando es muy pequeño (miro-pene) o muy grande (Motumbo, saludos), en el que además debemos considerar que en la opción de que sea muy grande, la circulación no es tan fluida y su dureza no será al 100%. Entonces: muy pequeño, no se siente; muy grande, duele e incomoda.
Ahora, les dejaré unos gráficos de una pequeña encuesta que realicé hace poco.
Entonces, si tenemos más que claro que el tamaño realmente no importa, que además, en gustos no hay nada escrito y en universo de cuerpos hay una gama infinita de opciones, dejemos de complicarnos y complicarlos. No es el tamaño, no es la forma, no es el color, no es el exterior, es que sean laboriosos. Un pene labioroso es ese que se empeña en dar lo mejor de sí, que no es egoísta, que entiende el sexo como algo más que la penetración (meteysaca) y que no termina el acto cuando él eyacula.
Dejemos de complicarnos con nuestros cuerpos, dejemos de pensar en ellos como un producto que debe cumplir expectativas, démonos cuenta de que es una herramienta y en este caso, para el placer. Disfruta.
Un placer, M.
