jueves, 11 de agosto de 2016

La volá del Amorsh

Mi vida en C*


III

Junté plata, él vivía sólo en una pensión en C* y me ofreció alojo por un mes, mientras encontraba pega. Agarré mis weás y me fui. No daba más, no podía estar así, extrañándolo. Extrañándolo más de lo que podía llegar a quererlo.

Llegué a C*, una ciudad pequeñita y absolutamente desconocida para mí. Viví con él, busqué pega y la convivencia con una criaturita (pendejoculiao) se hizo difícil. No encontré pega y debía devolverme a la isla. Mi mamá me mandó los pasajes, pero me los gasté, vine a probar suerte a la capital y ahora mi nombre es Carmela. No, pero algo así. Por los milagros de mi gente bacana y temas turbios, conseguí plata y arrendé en un pensión.

(Durante esos 10 días en Stgo me reencontré con mucha gente. Salí a cenar con #H, y comimos, sólo lo que estaba en el plato, porque... compromisos son compromisos. Y no sé cómo, pero esta ciudad me embriagó durante todos esos días, cosa de la que no me quejo y volví un poco ebria aún al sur, con #R.)

#K



Llegué a la pensión y me puse a buscar pega en lo que fuera.

Un día, tocan la puerta principal, muy fuerte y muy seguido. Abro la puerta y me dice el personaje aquel que si quería un vino. Le dije que , porque no hay respuesta diferente ante tal propuesta. Dijo que volvería y sentí que había ido a comprar cigarros porque no volvió más. Al otro día me pilla en los pasillos y me dice que se había acabado, pero para otra vez #1313

No recuerdo cómo fue, pero sí recuerdo la pieza de #K, yo echaita a los dos segundos, sin zapatos, arriba de la cama y al tercer vaso metida bajo las sábanas mientras me reía con el Pirata y con #K. Yo trabajaba en un local de comida y llevaba siempre, así me gané sus corazones y ellos me daban copete, así se ganaron el mío. Vacilábamos siempre y el que les dijera que sí a su sed y ellos saciaran la mía, nos hizo excelentes amigos.

Me empezaron a pasar cosas con #K. Era de todo mi gusto, cumplía con todo lo que yo quería: era rudo, pesado, se daba colorsh, le gustaba la misma música que a mí y sobre todo, era borracho. Me apañaba en todas y me hacía cariñito en las noches. Así que, para evitar polillas indeseables en el estómago, no se me ocurrió nada mejor que invitar al celoso mayor de #R a vacilar a la casa con los cabros para automearme.

Bebimos, bebimos, y volvimos a beber, como peces en el río. #R celoso a más no poder de #K, ellos tirándose besitos, y todo un poco distorsionado, así que aproveché de ir al baño. Mientras mixionaba escucho un estruendo desde la pieza. CSM, se están agarrando a combos, pensé. Están peliando por mi amorsh, pensé. M hay para todos/as, podemos compartir, pensé. Salí y vi la cerveza desparramada por todas partes, a #R a penas, caminando al baño y #K me cuenta que estaba sentado, pero de la nada se cae, se pega con la mesa, bota la cerveza y todo se derrumbó. Cagá de la risa, pero con sed, pensé en mandarlo a acostar y quedarme bebiendo, pero mi pepe grillo interior me obligó a dejar el alcohol por el chiquillo (debo haber estado bien enganchá).



#R se ponía celoso cada vez que le decía que estaba con los cabros, #K odiaba a #R y me decía que no lo invitara más a la casa.

#K bebía conmigo cada vez que se podía. Íbamos a comprar a la boti y le decía que me diera unos besitos, pero él me decía que no, porque le caía bien #R, cosa que jamás creí. Bailábamos, bebíamos, veíamos películas y mucho mucho cariño. Yo me quedaba raja en su pieza y él a penas me despertaba cuando salía en la mañana con un besito en la mejilla.

De pronto dejó de pescarme. No me aceptaba los cigarros, la droga, el alcohol, nada de nada. Acepté la situación y me propuse que me dejara de gustar (o lo que haya sido que me pasó). Así fue, de a poco, pero las ganas quedaron. Quedó todo a medias, pero volvimos a hablar. Seguimos vacilando, pero no era lo mismo. Aún tengo las ganas, esas ganas de cuando me iba a dejar a la puerta de mi pieza, me empujaba fuerte contra la pared y se acercaba con esa risa coqueta, pero yo huía. Esas ganas de cuando me dijo que me quería, que no sabía por qué era tan cariñoso conmigo. Esas ganas de cuándo lo empujaba en la calle camino a la boti porque la verdad es que quería jalarlo hacia mí y agarrarlo a calugasos.



Aún en mi última visita a C*, quedé con las ganas de verlo. Ganas, ganas que pierdo, y gana #R.


Un placer, M.

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