miércoles, 23 de noviembre de 2016

Regar la flor.


Vino el vino.



Domingo en la tarde, aburrida, me puse a ver mi catálogo favorito (no, no es Avon, pero se le parece): Tinder. Veo que tenía muchos mensajes de un chico y que el último decía “te arrepentirás de no haberte sentado en mi cara”. Algo entre mis piernas hizo click y por curiosidad le hablé para coordinar una junta.

Después del primer testeo, me llega un mensaje de él: “acompáñame a regar las plantas en el departamento de mi abuela.

Fuimos a comprar vino para hacerlo navegao esperando que navegara entre mis piernas y que al momento de regar las plantas, regara él mi flor.


Entre navegao y navegao, y ante la poca agilidad de conquista, tuve que ponerme en plan #quevuelvanlaschantas y a penas me dijo que no había bailado jamás un bolero, agarré mi celular, puse un tema pa bailar pegaitos, lo agarré y le dije “bailemos, total, estamos ebrios”.

Como el baile es una de mis especialidades, al segundo coro ya estábamos encaramados uno arriba del otro besándonos hasta que me detiene en seco.
- Tengo que decirte algo.
- Ya, pero primero tráeme más vino y me dices a la vuelta.

Con el tazón de navegao en la mano podía esperar que me dijera que era gay, que era casado, que tenía una cola, que su pierna era de metal o quizá un tercer brazo.

- Yo nunca… yo nunca he conchesumadre- soy virgen. - RECONCHESUMADRE!
- Bueno, para mí no es problema… (disimulando mi espanto).

Volvimos a los besos, pero esta vez, en la pieza.

Con toda la agilidad de Full Monty, pero sin tanta sensualidad, lo vi despojarse de sus ropas y sólo pude imitarlo.



Entre vino y vino, no se vino. Más bien, me detuvo y dijo derrotado que no podía porque estaba muy ebrio. Me miró con ojitos de cordero degollado y me pidió que me quedara, pero yo agarré mi ropa desparramada en el piso, mi cuerpo ebrio, un último sorbito de vino y corrí lo más lejos posible.

Después de meditarlo un par de días, decidí no dejar un traumado más por el mundo y darle la mejor primera vez.

Me mandó un mensaje pidiendo una segunda oportunidad pero esta vez sin alcohol. Así que nos juntamos en un parque, fuimos a un museo y yo tenía que estar antes de las 21:00 hrs en otro lugar.

Cuando le dije “vamos” lo vi un poco pálido y horrorizado. Hice algo que jamás hago: lo agarré de la manito, le di besitos gentiles y le hice cariño todo el camino en la micro, a lo que él respondía relajando su mano en la mía que recuperaban su color y sus huesos su orden natural.

Cuando llegamos, me dijo que fuéramos lento. Me moví dos segundos a poner música y cuando me di vuelta estaba desnudo con su mejor pose de chico calendario. Le dije que se calmara y empecé lento.


Lo moví al borde de la cama y le pedí ayuda para que me bajara el cierre del vestido que cayó al piso. Giré sobre mis talones y puse sus manos sobre mis caderas. Lo miré fijo y fui guiando sus manos para que recorriera mi silueta: bajando de las caderas a las piernas y luego volviendo a subir desde mi cintura hasta mis pechos. Lo lancé contra la cama y me moví cual felina sobre su cuerpo rozando con mi lengua su piel, viajando desde sus piernas hacia su ingle, con la cola levantada me acercaba y subía por su torso presionando mis pechos sobre su pene ya erecto, al punto en que mi lengua llegara a su clavícula, un mordisco, luego al centro del cuello y otro mordisco en el lóbulo.


Lo tomo de los hombros y ruedo a un costado posicionándolo sobre mí. Lo acerco con las piernas hacia mi cuerpo y paso mis brazos sobre su cabeza a la espera de él y su cuerpo. Se puso el condón con dificultad así que traté de ayudarlo lamiéndole los testículos y al terminar me agarró del pelo para que siguiera lo que hacía.

Me tendí sobre la cama de nuevo, lo entrelacé a mis piernas y las subí para que se diera paso entre mis carnes. Empezó a meterlo lento y yo lo incitaba a que fuera cada vez más fuerte moviendo mis caderas hacia él. Me empieza a embestir más y más fuerte, más y más rápido, más y másSe detiene. Miro su rostro rojo de excitación sin concordancia con su pene semiflácido. Lo pongo de espaldas contra la cama y lo monto. Muevo mi cuerpo de atrás para delante, de arriba para abajo, lento dando movimientos repentinos para aumentar la velocidad, pero nada. Miro la hora y me rindo.


Le digo que debo irme, que me disculpe y antes de ponerme de nuevo la ropa, le pregunto “¿quieres hacer feliz a una mujer?

Ya acomodando su cabeza entre mis muslos empieza a lamerme mientras sus inexpertos dedos entran y salen de mi humedad. Le indiqué cómo y dónde. Se movía, se retorcía, se giraban sus dedos mientras su lengua se batía en combate contra mi clítoris que terminó por estallar como un volcán.



Luego me empezó a decir que quería algo más serio, algo más que un culión, me dijo que le gustaba y me intentó tomar de la manito, pero yo le di un beso en la frente y le dije que no nos veríamos nunca más, que ya había cumplido con mi misión.


Una placer, M.

2 comentarios:

  1. Jajaja buena misión... Diste sin esperar recibir algo igual de bueno a cambio... Vas bien, así las sorpresas serán mejor para tu blog! Un beso ��

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    1. kajskajs Siempre hay que ser desinteresada.
      La buena acción del día. Gracias por pasa :*

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