domingo, 31 de diciembre de 2017

No te vayas.

Parte II



- Hola.
- Hola ¿qué quieres?
- Hablar. ¿Puedo pasar?



Brúscamente me senté en el comedor, él sólo atinó a quedarse en un rincón, en silencio, esperando. Esperando que le dijera algo, algo que yo no podía gesticular. Los nervios me tenían muda y sólo atiné a decirle “lo siento…” con el hilo que apenas salía de mi garganta, pero no era suficiente. Traté con todas mis fuerzas de no deshacerme en lágrimas, expuse como pude lo que tenía para decir, pero su actitud me daba a entender que la rabia aún era mucha y me dividía entre salir corriendo de ahí, no soportar más dolor y huir o quedarme y dar hasta mis últimas fuerzas por esto, él, nosotros

Me quedé, me preguntó por mi bus y como no había comprado pasaje aún y era ya muy tarde, ofreció que me quedara ahí. Le pregunté si podía ocupar la pieza de invitados/as y me dijo que me quedara con él.


Ya a los pies de la cama, con él en la cabecera, tratando de no alejarlo de mí, seguimos conversando. Entre la extenuante charla no di más y le dije con ojos brillosos y toda sinceridad “me muero por tocarte”. Acerqué sutilmente mi mano, él había estado tan frío, distante y su cara… jamás la había visto así de seria, pero cedió e imitó el gesto. Traté de, muy lentamente, alcanzar su mano, pero él llegó primero a la mía. Seguimos hablando, aunque ya no dábamos más. Propuso dormir y traté de irme al extremo más lejano de la cama.

 

La escena no era nueva, los dos en la cama, cada uno en su lado, sólo que esta vez había un océanos dividiéndonos. Me obligué a no moverme ni un centímetro, no quería que nada me separara de él, que nada rompiera el momento que no era lo ideal, pero era peor que estar sin él. Sumida en mi pena siento que llega un brazo, bordea mi cintura y paralizada sólo atiné a dejarme arrastrar hacia él y derribar todas las barreras que se habían interpuesto. No quería que me soltara, no quería que nos moviéramos de ahí, pero me dolían las tripas, el corazón, todo por dentro pensando que sería la última vez.

Durante la noche no pasó más que un par de movimientos en falso, unos espasmos involuntarios de su parte y yo, rota entre sus brazos. Al levantarse me dijo que se iba al trabajo. Sabía que ya todo estaba dicho, nada podía hacer y le pedí que se despidiera. Se sentó al borde de la cama y no sé cómo terminé encima de él, queriendo no soltarlo nunca, pero pidiéndole que se despidiera. “Ahora debes decirme adiós ¨adiós, M¨ dilo.” Repitió obediente “Adiós, M.” “Adiós, O.” le dije y lo besé, lo besé entre lágrimas, entre rabia, entre mucho dolor…

Nos fundimos entre los besos y el dolor. En un momento estábamos los dos juntos de nuevo, con su cuerpo dentro del mío y el mío dentro del de él, pero me detuvo en seco, me dijo que nos veríamos más tarde y se fue.


 


Quedé en esa casa demasiado enorme para mí, a solas con su olor en todas partes, sus manías y su rostro en fotos… Me habló para preguntarme si iba a comer algo, si me enviaba comida, si necesitaba algo, si estaba bien… Tercamente lo esperé, sentada en el sillón antes de que llegara. A penas se apareció no entendía qué hacía ahí y nos dispusimos a conversar, una vez más y no sería la última. Estuvimos así todo lo que restaba de la tarde hasta que se alteró y me dijo no sabía para qué me había quedado, mi corazón estaba agotado y agobiado. Tomé mis cosas y me despedí, ya no había nada que hacer, perdí las últimas esperanzas. Salí del departamento sin si quiera poder despedirme como quería, con mucha impotencia y tristeza. Me armé de valor, me fui a ver el mar por última vez, reprimiendo las ganas de volver ahí. Tomé un colectivo, llegué al terminal. Sólo habían pasajes para las 23:45 aprox. Esperé, a pesar de que sólo quería salir de ahí lo más rápido posible, me resigné a esperar.


(De pronto una mano toca mi hombro. Es él. ¿Qué hace aquí? ¿Qué hago yo?) Vamos más para allá para que hablemos – atiné a murmurar.

Por favor, no te vayas – dijo él.

No pude más que abrazarlo, besarlo, me decía entre besos que volviéramos a la casa, que él es muy orgulloso pero que no podía dejar que me fuera, yo ni lo pensé y cancelé el pasaje, lo tomé de la mano y me fui con él. Nos fuimos juntos, al fin.

 

Desde entonces han pasado otras peripecias y hemos podido sobrellevarlas. Pase lo que pase en adelante, cariño, fuiste lo mejor de este año. Te quiero y sabes bien que eso no cambiará.

Un placer, M.

1 comentario:

  1. Los términos no siempre son buenos, pero de todo salimos un poco más fuertes c: (o traumadxs, que eso no lo decía nietzsche ah... kajs)

    ResponderEliminar