(Besos de extraños.)
Un día, había ido a ver una película al cine única y exclusivamente porque en esa época mi suerte me acompañaba y me ganaba todas las weás en las que participaba, entre ellas, una entrada doble para un estreno de una película asquerosa que valió sólo la pena por las cabritas. (
Estaba camino a mi casa, en la micro, con la moral un poco baja por cosas del corazón y esos son los momentos peligrosos po. Iba en la parte de atrás en una transantiago, esos asientos que miran en sentido contrario a la dirección del viaje, en el pasillo. Se acercó a mí un mino de esos que no me gustan: alto, musculoso tipo gym, bonita cara, buen perfume y típico que iba a bailar a la Kamazú o loquesea. Me miró, lo miré, croqueteamos un rato y me dijo: Oye, ¿tú sabís dónde para esta micro en el metro Moneda? Yo le respondí que sí y me invitó a bajarme con él. Eran tres paraderos más allá y como me gusta darme colorsh, me demoré dos paraderos en pensarla, pero, una de mis máximas en la vida es "Entre hacerla y no hacerla, siempre hacerla", la hice y me bajé con él.
Me contó que era de Valpo, que estaba trabajando de garzón y que me invitaba a tomarme lo que quisiera cuando estuviera en la pega. Yo a todo le decía que sí, pero esos sí que todos/as cachan que son no. Hasta que se acercó a mí muy poco sutilmente, me afirmó con su mano de hombre de 1.80 y me acercó a su boca. Me metió la lengua hasta la campanilla y lo alejé espantada. Fueron microsegundos y volví a dejarlo que lo hiciera, pero esta vez bien. Estuvimos así buen rato en el paradero, esperó la micro conmigo y me fui. Antes me pidió el teléfono y le di otro. Me dejó el de él también por si acaso, jamás lo llamé.
Fue lejos el mejor beso (calentón, porque con amorsh es bien diferente la cosa) que me han dado.
Saludos a él, a veces, lo pienso.
(Fotos by @nastasia.jpg en Instagram)
Un placer, M.
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