jueves, 28 de julio de 2016

Brote de lujuria.


Cuando conocí el clítoris.


Más allá de haber pasado por la etapa genital que define la psicología en la que debo haberme toqueteado más de una vez, recuerdo cuando me masturbaba a los 6, a los 8 y no dejé de hacerlo buscando placer en ese pequeño espacio de mi cuerpo, sin lograr nada.

Un día, en mi casa, sola, haciendo lo mismo que llevaba años haciendo, el movimiento mecánico de mis dedos logró algo más de lo que ya había logrado durante años. Me acosté en mi cama boca abajo, gemí de placer y entre mis gemidos y el roce de la cama contra mi cuerpo, sentí, por primera vez, una explosión de placer. Lancé un chillido ahogado en las almohadas y terminé agotada. Luego de eso, lo intenté un par de veces y me resultó en todas.

Con los años, además de sólo mover mis dedos en forma circular sobre mi clítoris, aprendí a frotarme con el calzón de turno, a estirar las piernas para prolongar el orgasmo, a buscar en mí qué parte me excitaba y cómo debía tocarme.

Conocí mis dedos. Sabía cómo y cuándo meterlos [y cuántos] o algún otro utensilios si fuera necesario. He probado con la ducha teléfono y su chorro a máxima potencia, con ganas y sin ganas, boca arriba, abajo, parada, sentada...

He culiado conmigo de las maneras más inimaginables y aún más veces que con otro ser humano. Me he aprendido a amar, a desear, a gustar y gracias a esto, he podido enseñarle a otros/as a hacer lo mismo. 



Recuerdo un día, en el que estaba en la micro, volví a de la casa de #R a mi casa, no había nadie, era de tarde y estaba aún muy volá. Veía la ciudad desde lejos y la música resonaba en mis oídos. Con #R culiábamos sagrado la noche en la que me quedaba a dormir, y al otro día en la mañana, pero esa mañana no recuerdo por qué, no lo hicimos, así que sentía que me faltaba algo y la marihuana me pone muy muy caliente...


Estaba en uno de los asientos de atrás, no al fondo, uno justo antes de esos, frente a la puerta, con un par de pasajeros en mi misma fila bien adelante, nadie en los asientos de atrás y alguien en diagonal a mí que me tenía como punto ciego. Saqué la mochila, la puse arriba de mis piernas, puse el polerón arriba de mi entrepierna y puse las manos abajo del polerón, pasándo una bajo las calzas, frotando sobre mi calzón y cuando sentí que este ya estaba mojado, lo corrí hacia un lado y me empecé a tocar, con la vibración de la micro moviendo mi trasero constante y aprovechando los frenazos fuertes para bajar mis dedos a mi vagina y dejar que se introdujeran levemente. Seguí así, despistada, tocándome, pensando que no iba a llegar al climax y si lo hacía, me saldría un gemido incontrolable y la micro cacharía todo. Seguí así, aprovechando el ritmo de la micro, los vaivenes, las curvas, la gente que sólo bajaba y no subía, y seguía... seguía... más y más rápido, el polerón se movía un poco dejando entrever que algo pasaba debajo, pero nadie podía verme, nadie podía saber... seguía, y seguía... y no pude parar... empecé a sentir la sangre corriendo fuerte, mis músculos tensionarse, más... más... un último gemido ahogado en la boca, casi esperando una mano bondadosa que me la tapara y un orgasmo de esos que te dejan muerta, con las piernas lánguidas y lista para dormir.




Nadie me conocerá mejor que yo, o quizá, nadie si quiera podría conocerme tanto como yo y por eso agradezco poder tocarme. Poder sentir cómo reacciona mi cuerpo, cómo funciona, cómo y dónde... La Masturbación, sin perturbación, es liberadora. En este caso, hago siempre énfasis en la masturbación femenina por lo consciente que soy de que varias me han contado que jamás han tenido un orgasmo, pocas veces se han tocado y se frustran, o quizá, creen que es sucio, no pueden ni verse al espejo sin sentir vergüenza. Pero a todas ustedes, las invito a tocarse, cada cuál encontrará su táctica, cada cuál podrá decidir si será uno de 3 minutos o de 30 y a los hombres, también. Le pido encarecidamente, que se toquen, que no dejen de hacerlo, que procuren aguantar más, que no se vayan sólo por el trámite, que sean más cariñosos con ustedes mismos y prueben. Tranquilos/as, nadie los/as ve y tienen mi bendición.

Un placer, M.

3 comentarios:

  1. Uffffff.
    Aún sigo creyendo que nos separaron al nacer.
    Me dejaste más prendida que estufa a leña, pero estoy en un banco en hora pick.
    Deberíamos subirnos a una micro juntas. Ok no. Guardemos la compostura. Me gusta caleta como escribes wn.
    Eso. Te amo. Ah no, de veras que no puedo amarte. :B

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Pesá :c

      Puedes amarme a escondidaaaas, cada tardeee (8) sjsjka



      Aquí, yo, siempre en llamas jska

      Weón, mi teoría de la Fiura y la Condená es excelente ;)

      Eliminar