domingo, 31 de julio de 2016

#W

Sexo con Amor.


A #W lo amé. No fue culminante, no fue pasional... fue de a poco, por partes.
Un día me di cuenta que sus ojos eran más verdes con el amanecer; o que sus pestañas ondeaban como olas en el mar; o que entre sus manos, las mías ya no sentían frío, que lo buscaban, necesitadas de su roce; o cuando me dijo que todo iba a estar bien, cuando el mundo colapsaba encima mío, y le creí, y fue cierto, tanto como cuando me dijo que me quería, lo veía en sus ojos; o cuando me dijo que eramos una familia, sólo nosotros dos, que estábamos juntos; o cuando me reveló que cuando pidió su deseo de cumpleaños, sólo dijo mi nombre, tres veces. Así lo fui amando...



#W fue mi primer pololo, mi primer marido, mi primera pajera, mi primer culión, mi primer amante y aprendí, como se aprende del primero. Y él aprendió de mí. Me inculcó el deseo de tener algo serio con él, o con cualquiera en algún punto, de no tener tanto miedo y cuando lo veía arar la tierra para hacer el huerto, me imaginaba dos niñitas jugueteando con él, con su pelo rubio y mis mañas, o una casa grande para los dos, llena de libros y arreglos hechos por él... Lo veía y veía una vida, algo que jamás tuve [y no creó que tendré].

Con #W partimos como quinceañeros: nos íbamos a tocar a todos los parques habidos y por haber, y pasando mi “desflore” seguimos los toqueteos en moteles (Marín <3). Lo hicimos en una carpa, en medio de la nada, en el Cajón; lo hicimos en todas las partes posibles de un colegio (incluyendo la sala de profesores con esa mesa enooorme de madera, donde me tendía porque quedaba justo a la altura 1313), en ambos cerros de Stgo, en San Fernando, en las Siete Tazas, en Molina, en Valpo, en Dalcahue, en un cuartito escondidos atrás en mi casa, en el sillón reclinable de cuero, en el sillón cama en la casa de sus abuelos...

Sexo con #W antes de llegar a ser “hacer el amor”, fue aprendizaje. Nos tomamos, nos besamos, nos mordimos, nos movimos, de todas las formas posibles, inventamos formas nuevas de placer... nos dimos como caja .



Recuerdo una de las primeras veces, cuando fue por mí a la sala y me tomó de la manito. Tenía los ojos brillantes de excitación, como si hubiera encontrado un tesoro. Me llevó entre medio de unas rejas, salté unos estantes y esquivé unas sillas (todo muy parkourt) A tientas sentía lomos de libros, hojas desparramadas por otro lado, el olor a tinta de libros viejos... Mi respiración se agitaba más y más. La expectativa me tenía húmeda. Sabía dónde estaba, sabía él que una de mis fantasías era hacerlo en una biblioteca, pero no sabía aún lo que me esperaba...
Me tendió en un mesa, me sacó los zapatos, los pantalones y los calzones. Se acercó a besarme en los labios y fue bajando por mi cuello. Me tocaba con una mano la cintura y con la otra rozaba a penas mis piernas hacia el interior... Yo trataba de tocarlo, de buscarlo, de besarlo, pero no me dejaba. Me pidió que me tendiera y lo hice. Bajó su cabeza y la incrustó en mi entrepierna, me besó, la lamió y yo no sabía cómo reaccionar ante tanto placer, siendo la primera vez que estaba en esa situación. Me obligó a quedarme quieta y siguió dándome más, y empezó a meter sus gruesos dedos, uno por uno... vi la luz, sí, la luz divina, la luz de la vida, lo que sea.



Después de nuestro idilio, nos fuimos a vivir juntos. La vida de matrimonio nos sentaba bien; él era un excelente marido (trabajaba mientras yo estudiaba, se preocupaba de la casa y de que nada faltara), pero pésimo pololo y yo era una excelente polola (lo atendía, lo regaloneaba y siempre quería que hiciéramos algo juntos, algo nuevo) pera pésima esposa, no pudimos compensar las fallas y le dije que mejor terminábamos.

Nos fuimos a beber con #V y terminamos tomando tequila los tres en la casa. Él le decía, mientras yo invocaba a Jebús tratando de resucitar al tercer güitreo, a #V que aún me amaba, que no entendía por qué yo hacía eso, que estábamos mal, sí, pero que era solucionable... Y yo pensaba en que los demonios de cada uno nos pasaban la cuenta. Que no quería seguir durmiendo sola en esa cama enorme mientras pasaban semanas y no me tocaba. No quería seguir sintiéndome sola si él se suponía estaba conmigo. Me empoderé y ese día, en el que me fui a la casa de #P y él donde los hermanitos, con mis cosas adentro del taxi y él afuera, yo me preguntaba qué haría sin él, y qué haría él sin mí, qué sería de nosotros, tan solos, sin nosotros para hacernos compañía...

Un par de días después nos juntamos a vernos, a saber de nuestras vidas y nos empezamos a besar, a culiar, y seguimos juntos, no pudimos separarnos. Estuvimos años así. Años en los que pensamos que podíamos volver a estar juntos, siendo monógamos (porque yo me tiraba a medio Chile mientras él sólo tiraba conmigo) hasta que me comí a #N y le rompí su corazón y él el mío. Seguimos viéndonos, seguimos tirando... Yo me fui al sur y nos juntábamos en Valdivia a vernos, a tirar, por lo menos una vez al mes... Tenía que dejarlo ir, y como me dijo #V el otro día, sólo se olvida cuando llega alguien mejor (cosa que no creo) y llegó #R, muy a mi pesar.

Un placer, M.

1 comentario:

  1. "qué haría sin él, y qué haría él sin mí, qué sería de nosotros, tan solos, sin nosotros para hacernos compañía..." Aún me duele recordar eso...

    ResponderEliminar