Sexo con Amor.
A #W lo amé. No fue
culminante, no fue pasional... fue de a poco, por partes.
Un día me di cuenta
que sus ojos eran más verdes con el amanecer; o que sus pestañas
ondeaban como olas en el mar; o que entre sus manos, las mías ya no
sentían frío, que lo buscaban, necesitadas de su roce; o cuando me
dijo que todo iba a estar bien, cuando el mundo colapsaba encima mío,
y le creí, y fue cierto, tanto como cuando me dijo que me quería,
lo veía en sus ojos; o cuando me dijo que eramos una familia, sólo
nosotros dos, que estábamos juntos; o cuando me reveló que cuando
pidió su deseo de cumpleaños, sólo dijo mi nombre, tres veces. Así
lo fui amando...
#W fue mi primer
pololo, mi primer marido, mi primera pajera, mi primer culión, mi
primer amante y aprendí, como se aprende del primero. Y él aprendió
de mí. Me inculcó el deseo de tener algo serio con él, o con
cualquiera en algún punto, de no tener tanto miedo y cuando lo veía
arar la tierra para hacer el huerto, me imaginaba dos niñitas
jugueteando con él, con su pelo rubio y mis mañas, o una casa
grande para los dos, llena de libros y arreglos hechos por él... Lo
veía y veía una vida, algo que jamás tuve [y no creó que tendré].
Con #W partimos como
quinceañeros: nos íbamos a tocar a todos los parques habidos y por
haber, y pasando mi “desflore” seguimos los toqueteos en moteles
(Marín <3). Lo hicimos en una carpa, en medio de la nada, en el
Cajón; lo hicimos en todas las partes posibles de un colegio
(incluyendo la sala de profesores con esa mesa enooorme de madera,
donde me tendía porque quedaba justo a la altura 1313), en ambos
cerros de Stgo, en San Fernando, en las Siete Tazas, en Molina, en
Valpo, en Dalcahue, en un cuartito escondidos atrás en mi casa, en
el sillón reclinable de cuero, en el sillón cama en la casa de sus
abuelos...
Sexo con #W antes de
llegar a ser “hacer el amor”, fue aprendizaje. Nos tomamos, nos
besamos, nos mordimos, nos movimos, de todas las formas posibles,
inventamos formas nuevas de placer... nos dimos como caja .
Recuerdo una de las
primeras veces, cuando fue por mí a la sala y me tomó de la manito.
Tenía los ojos brillantes de excitación, como si hubiera encontrado
un tesoro. Me llevó entre medio de unas rejas, salté unos estantes
y esquivé unas sillas (todo muy parkourt) A tientas sentía lomos de
libros, hojas desparramadas por otro lado, el olor a tinta de libros
viejos... Mi respiración se agitaba más y más. La expectativa me
tenía húmeda. Sabía dónde estaba, sabía él que una de mis
fantasías era hacerlo en una biblioteca, pero no sabía aún lo que
me esperaba...
Me tendió en un
mesa, me sacó los zapatos, los pantalones y los calzones. Se acercó
a besarme en los labios y fue bajando por mi cuello. Me tocaba con
una mano la cintura y con la otra rozaba a penas mis piernas hacia el
interior... Yo trataba de tocarlo, de buscarlo, de besarlo, pero no
me dejaba. Me pidió que me tendiera y lo hice. Bajó su cabeza y la
incrustó en mi entrepierna, me besó, la lamió y yo no sabía cómo
reaccionar ante tanto placer, siendo la primera vez que estaba en esa
situación. Me obligó a quedarme quieta y siguió dándome más, y
empezó a meter sus gruesos dedos, uno por uno... vi la luz, sí, la
luz divina, la luz de la vida, lo que sea.
Después de nuestro idilio, nos fuimos a vivir juntos. La vida de matrimonio nos sentaba bien; él era un excelente marido (trabajaba mientras yo estudiaba, se preocupaba de la casa y de que nada faltara), pero pésimo pololo y yo era una excelente polola (lo atendía, lo regaloneaba y siempre quería que hiciéramos algo juntos, algo nuevo) pera pésima esposa, no pudimos compensar las fallas y le dije que mejor terminábamos.
Nos fuimos a beber
con #V y terminamos tomando tequila los tres en la casa. Él le
decía, mientras yo invocaba a Jebús tratando de resucitar al tercer
güitreo, a #V que aún me amaba, que no entendía por qué yo hacía
eso, que estábamos mal, sí, pero que era solucionable... Y yo
pensaba en que los demonios de cada uno nos pasaban la cuenta. Que no
quería seguir durmiendo sola en esa cama enorme mientras pasaban
semanas y no me tocaba. No quería seguir sintiéndome sola si él se
suponía estaba conmigo. Me empoderé y ese día, en el que me fui a
la casa de #P y él donde los hermanitos, con mis cosas adentro del
taxi y él afuera, yo me preguntaba qué haría sin él, y qué haría
él sin mí, qué sería de nosotros, tan solos, sin nosotros para
hacernos compañía...
Un par de días
después nos juntamos a vernos, a saber de nuestras vidas y nos
empezamos a besar, a culiar, y seguimos juntos, no pudimos
separarnos. Estuvimos años así. Años en los que pensamos que
podíamos volver a estar juntos, siendo monógamos (porque yo me
tiraba a medio Chile mientras él sólo tiraba conmigo) hasta que me
comí a #N y le rompí su corazón y él el mío. Seguimos viéndonos,
seguimos tirando... Yo me fui al sur y nos juntábamos en Valdivia a
vernos, a tirar, por lo menos una vez al mes... Tenía que dejarlo
ir, y como me dijo #V el otro día, sólo se olvida cuando llega
alguien mejor (cosa que no creo) y llegó #R, muy a mi pesar.
"qué haría sin él, y qué haría él sin mí, qué sería de nosotros, tan solos, sin nosotros para hacernos compañía..." Aún me duele recordar eso...
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