domingo, 31 de julio de 2016

#R

Extrañar[te] más que querer[te].


I

El otro día, hablando con un amigo sobre relaciones y traumas, le comenté que todos/as tenemos alguna traba, alguien que fue demasiado importante, que nos complica la existencia. Pero, ¿qué se hace después de esa persona?

Después de nuestros viajes a Valdivia para vernos, con #W hablábamos poco y yo sólo pensaba que lo mejor que podía hacer por él y por mí, aprovechando la soledad del sur, era dejarlo ir. Creo en la libertad casi por sobre todas las cosas, pero años en este mundo me han hecho muy aprensiva y necesito aprender a dejar ir a la gente (estamos trabajando para usted). Pensaba todo esto, cuando un día me habla un niño. Literalmente un niño, 4 años menor que yo, moreno, alto, con cara de inexperiencia o al menos, de ilusión. Sus dientes muy blancos y sus ojos brillantes. Hablamos un tiempo y me dijo este menor que usted, la quiere conocer, no, mentira, me dijo si le daba mi facebook #1313. Le dije que no, que si pasábamos a otra red social todo se derrumbaría, pero la curiosidad mató al gato, y cuando no me creo loba, me creo felina.

Nos agregamos, nos psicopateamos, lo típico y seguimos hablando igual de seguido, así que no se había derrumbado nada, aún...

Él vivía en C*, otra ciudad del sur y yo, en una isla. Él ya había estado casi un año con alguien de otro lugar y yo maldecía no vivir en Luxemburgo donde en unas horas llegay de un lado a otro. Hablamos el tema, revolvimos escombros de otras épocas; él de su ex capitalina, y yo... no, no de #W, si no de #S, quién me ha destruido, recogido los pedazos, armado con cariño y vuelto a destruir. Ambos sufrimos por las ausencias y si seguíamos así, nos íbamos a enganchar y sufrir por nuestras ausencias. Yo suelo saber cuando me va a pasar algo serio con alguien, y suelo huir, pero esta vez dejé que pasara. Sentada en la entrada de mi casa, hablando con #P, le dije que iba a dejar que pasara, que tenía mucho miedo, que no sabía si iba a ser capaz de soportar algo así, pero que me iba a ayudar.

Todo esto pasó en diciembre. En enero no nos despegábamos del celular, todo el día, toda la noche, todo el día, toda la noche. Decidimos hacer algo. Él no estaba tan lejos y nuestro punto de encuentro podría ser un Puerto, iríamos con carpa (a levantar carpa), copete, droga y muchos condones. Ese siempre fue el plan.

En febrero viajé a Valdivia, me junté con #W y le compré un pasaje a #R, en el asiento de al lado, para que a la vuelta de Valdivia nos conociéramos al fin, se quedara en mi casa, y nos quitáramos las ganas. (Exacto, sólo con unas horas de diferencia, pasé del amor de mi vida que viajaba kilómetros para verme a conocer a alguien de una red social. Maladeadentroh)

Cuando me despedí de #W, sabía que sería la última vez que lo vería con esos ojos, ya no sería el mismo para mí y había soltado todas sus riendas para que volara al fin de mi lado, pero eso él no lo sabía.

Con cagadera, literalmente, cada dos segundos en el baño del bus, esperaba al fin conocer en vivo y en directo a este chiquillo, esperando que no fuera otro programa de CATFISH y resultara ser una vieja de 60 enamorada de mí que quería quitarme los órganos. Sube al bus y me hago automáticamente bolita en el asiento de la ventana. , era muy alto y ya había hecho la prueba con una regla en mi pieza para saber qué tan grande sería #1313. Se sentó al lado mío y traté de ver algo debajo de sus lentes de sol, pero estaba a puros peos de nerviosa. Pensaba en que si me apretujaba o el chofer hacía un movimiento brusco me iba a churretear y hasta ahí llegaría el romance de verano.


Aquí hay unos tips: Le dije le debería unos besitos en la mejilla si hacía equis cosa y las hizo, así que le debía varios y me los cobró. Ese siempre es un buen paso para romper la barrera del tacto y el hielo, porque ese iceberg ya se había convertido en lava candente a penas le di el primer besito. Al tercer besito estábamos enredados en los asientos con las piernas quizá dónde y cuando nos separamos, quedó todo lleno de lapiz labial, hasta en los dientes. Yo no sé cómo pasó eso. (Me pidió que no volviera a usar ese labial porque quedó desparramado por todas partes #1313)

La lava volcánica era tal que a penas nos bajamos del bus y nos subimos a otro, estábamos cada vez más pegados que siameses. Queríamos puro llegar a la casa y darnos toda la magia del sur. Una vez en mi casa, y tras haberle explicado a mi mamá que sólo era una conquista más, que se comportara, se tomó las pastillas para dormir y zaaaazzz!, pero esa noche durmió en la cama de visitas.

Al otro día vimos películas de terror y le dijo a mi mamá que le daba miedo dormir sólo (SÍCLARO), que si no había drama que durmiera conmigo. Ella ya lo amaba, me veía en el altar de blanco con él esperándome, con 5 nietos para ella y quizá una ranchita en el sursh, así que le dijo que sí y cada vez que me despertaba, además de tener al washitorico en mi cama, tenía algo nuevo de él... unos pantalones en mi ropero, sus diferentes zapatos, su desodorante... marcando territorio. Me sentí un poco despavorida, pero el culión matutino siempre me hacía olvidarlo, y el de la tarde no me daba tiempo, y con el de la noche, ya no me importaba nada. (Tuve que ir a la gine a decirle que estaba muy pal pico, literalmente, y me dijo que me daban mucho y muy duro. Yo no le vi problemas al asunto y le pedí más pastillas.)

Estaba asustada, pero mi psicóloga (malapersonamala) me dijo que me haría bien y después de eso, le di rienda suelta a mi corazound. Así que fuimos a tirar al bosque, a la pradera, al lago, movimos la cama de una esquina a otra cuando mi vieja no estaba en la casa y seguíamos dándole... rienda suelta... a nuestros corazones, obvio. Empezamos a planear qué hacer, quedaban pocos días y... ¿nos veríamos de nuevo? .

Él se fue, y antes de irse, le dije que arruinaría mi pieza, mi cocina, mi cama, mis duchas, todo, porque ya no serían lo mismo, arruinaría todo al irse, pero no por irse, si no, por haber estado.

Esa fue la primera vez que lo vi partir en un bus. Las despedidas en terminales se harían habituales.
Cuando lo vi alejarse en el bus, y su rostro de penita por la ventana, quería gritarle impulsivamente un “te quiero”, pero se fue y no pude.







Un placer, M.

1 comentario:

  1. Además son despedidas que te dejan esperando. Esperando un encuentro próximo, esperando que se repita, esperando... Odio esperar.

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