viernes, 1 de julio de 2016

Sin práctica


Vaginas inexpertas.


Conocía a #J, hablábamos mucho por internet hasta que me dijo que nos juntáramos 1313. La mina llegó una hora tarde a las escaleras de la Biblioteca Nacional y menos mal que yo estaba con #V porque ella llegó con SU MINO. Hablamos sobre nada y nos dividimos sin si quiera decir adiós. Charcha todo.

Después de eso me pidió mil disculpas, que le diera otra oportunidad, blábláblá y acepté, porque creo en el viejito pascuero po, así de ilusa con la gente.



Llegó con pantalones que hacían ver su hermosa silueta. Yo llegué como siempre; polera negra, pañuelo, panties. Fuimos al parque delasdiversidades populares: Forestal y la cosa se puso cada vez más cachonda. Me dijo que su casa estaba sola así que accedí, las ganas ya eran inminentes, aunque no nos hubiéramos dado ni un beso.

Llegamos después de tres colores de líneas diferentes y tomar una micro que me llevaría quizá dónde, porque bien podría descuartizarme ahí mismo y nadie tendría ni idea.



Fuimos a comprar cervezas unas tres veces (malditas doradas), yo ya estaba echa bolsa o un poco subida de copas, como quieran kajs, se sentó al lado mío en el sillón y me besó de una, suponiendo que me escaparía si se tomaba más tiempo. Le bajé el ritmo, me llevó a su pieza y deslicé mis manos a sus pechos, los que no tenían sostén (biencsm, más fácil para mí que a penas sé sacarme los míos) y estaban turgentes, casi esperando mis manos. Me desabonté el short y quedé con la polerita larga que a penas cubría mi tasero. Ella se sacó el suyo que era tan apretado que tuvimos que luchar y reímos. (Gente, si no hay risas en el proceso, no se vaticina buena la cosa.)


Me subí arriba de ella, nos seguimos besando y le saqué la polera sin dejar de mirarla a los ojos, sus manos no dejaban de acariciarme y me pidió que me diera vuelta. Me besó desde la nuca hasta el último rincón de mi espalda, incluyendo los hombros y costillas. Después empezó a lamrme, cada una de las vértebras que conforman mi pequeña espalda. La agarré de las manos, la tiré encima de la cama y a mí encima de ella, jamás soltando sus muñecas que tenía por encima de su cabeza.




Le lamí los lóbulos, el cuello, sus clavículas escondidas detrás de tanta piel y le mordí los pezones a los que ella respondía con un gemido cada vez. Ella no hizo mucho más, los nervios se le notaban. Le lamí el clítoris hasta que estuviera lo suficientemente húmeda y dilatada para meter mis dedos... Después de no muchos minutos se fue y yo quería lo mismo.



Ella intentó seguirme la corriente pero supongo que los nervios eran más grandes y cada movimiento era más torpe que el anterior. Yo ya estaba cansada y hastiada, fingí un pésimo orgasmo y nos acurrucamos en la cama.



A pesar de que ella quería abrazarme yo me corría cada vez más al extremo opuesto de la cama. No dormí bien y cuando vi la luz del amanecer, agarré mis cosas, ella aún dormía, le di un beso en la cara, se despertó y antes de dejarla decir nada, me despedí con una sonrisa, ambas sabíamos no nos volveríamos a ver.

Un placer, M.

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