domingo, 31 de julio de 2016

#R vs #W

Continuación.



II

Preparé mis cosas y fui a Valdivia. Había pasado más o menos un mes y me sentía cual pastera buscando su pipazo. Me dolía la guata, me faltaba algo y jamás había sentido esa sensación de mierda de necesitar tanto a alguien. La odiaba, pero necesitaba más.

Su viejo vivía cerca de Valdivia y podría aprovechar los pasajes. Me junté con #W, le dije que esto llegaba hasta aquí. Me llevó droga y sólo pensaba en compartirla con #R. Fumamos y dormimos. Dormimos por última vez juntos, dormimos sin abrazarnos, sin cucharita, sin tocarnos, sin movernos al mismo ritmo y me fui.

Llegué a la casa del viejo de #R y nos fuimos a vacacionar, me gané a su familia, a su hermana chica (odio los/as niños/as, pero hice mi mejor esfuerzo), a su viejo que es todo un personaje y sobre todo, me gané a #R. Todo iba espectacular hasta que llegó un mensaje de #S, #R lo ve y se va, sin decirme nada.

Ya sabía de su existencia, y por lo mismo, fue peor
Le expliqué que la relación con #S y con el resto del mundo no la quería cambiar, que estaba bien así, sólo culiando con él, pero eran mentiras tras mentiras. Mientras veía su rostro, sólo pensaba en lo mucho que me estaba encariñando y que quizá, debía dejar de huir. Llegamos a un acuerdo: monogamia. Le dije que lo quería. Él ya me lo había dicho en mi casa, dándome besitos pequeños en toda mi cara, diciéndolo una y otra vez tras cada beso y yo sólo negaba con la cabeza diciéndole idiota. Ahora la idiota era yo y lo quería.

Otra vez, nosotros en un terminal, despidiéndonos por la ventana del bus y esperando que pasara algo para que las placas tectónicas de la tierra juntaran su ciudad con la mía y estuviéramos a una micro de distancia.




#R

Extrañar[te] más que querer[te].


I

El otro día, hablando con un amigo sobre relaciones y traumas, le comenté que todos/as tenemos alguna traba, alguien que fue demasiado importante, que nos complica la existencia. Pero, ¿qué se hace después de esa persona?

Después de nuestros viajes a Valdivia para vernos, con #W hablábamos poco y yo sólo pensaba que lo mejor que podía hacer por él y por mí, aprovechando la soledad del sur, era dejarlo ir. Creo en la libertad casi por sobre todas las cosas, pero años en este mundo me han hecho muy aprensiva y necesito aprender a dejar ir a la gente (estamos trabajando para usted). Pensaba todo esto, cuando un día me habla un niño. Literalmente un niño, 4 años menor que yo, moreno, alto, con cara de inexperiencia o al menos, de ilusión. Sus dientes muy blancos y sus ojos brillantes. Hablamos un tiempo y me dijo este menor que usted, la quiere conocer, no, mentira, me dijo si le daba mi facebook #1313. Le dije que no, que si pasábamos a otra red social todo se derrumbaría, pero la curiosidad mató al gato, y cuando no me creo loba, me creo felina.

Nos agregamos, nos psicopateamos, lo típico y seguimos hablando igual de seguido, así que no se había derrumbado nada, aún...

Él vivía en C*, otra ciudad del sur y yo, en una isla. Él ya había estado casi un año con alguien de otro lugar y yo maldecía no vivir en Luxemburgo donde en unas horas llegay de un lado a otro. Hablamos el tema, revolvimos escombros de otras épocas; él de su ex capitalina, y yo... no, no de #W, si no de #S, quién me ha destruido, recogido los pedazos, armado con cariño y vuelto a destruir. Ambos sufrimos por las ausencias y si seguíamos así, nos íbamos a enganchar y sufrir por nuestras ausencias. Yo suelo saber cuando me va a pasar algo serio con alguien, y suelo huir, pero esta vez dejé que pasara. Sentada en la entrada de mi casa, hablando con #P, le dije que iba a dejar que pasara, que tenía mucho miedo, que no sabía si iba a ser capaz de soportar algo así, pero que me iba a ayudar.

Todo esto pasó en diciembre. En enero no nos despegábamos del celular, todo el día, toda la noche, todo el día, toda la noche. Decidimos hacer algo. Él no estaba tan lejos y nuestro punto de encuentro podría ser un Puerto, iríamos con carpa (a levantar carpa), copete, droga y muchos condones. Ese siempre fue el plan.

En febrero viajé a Valdivia, me junté con #W y le compré un pasaje a #R, en el asiento de al lado, para que a la vuelta de Valdivia nos conociéramos al fin, se quedara en mi casa, y nos quitáramos las ganas. (Exacto, sólo con unas horas de diferencia, pasé del amor de mi vida que viajaba kilómetros para verme a conocer a alguien de una red social. Maladeadentroh)

Cuando me despedí de #W, sabía que sería la última vez que lo vería con esos ojos, ya no sería el mismo para mí y había soltado todas sus riendas para que volara al fin de mi lado, pero eso él no lo sabía.

Con cagadera, literalmente, cada dos segundos en el baño del bus, esperaba al fin conocer en vivo y en directo a este chiquillo, esperando que no fuera otro programa de CATFISH y resultara ser una vieja de 60 enamorada de mí que quería quitarme los órganos. Sube al bus y me hago automáticamente bolita en el asiento de la ventana. , era muy alto y ya había hecho la prueba con una regla en mi pieza para saber qué tan grande sería #1313. Se sentó al lado mío y traté de ver algo debajo de sus lentes de sol, pero estaba a puros peos de nerviosa. Pensaba en que si me apretujaba o el chofer hacía un movimiento brusco me iba a churretear y hasta ahí llegaría el romance de verano.


Aquí hay unos tips: Le dije le debería unos besitos en la mejilla si hacía equis cosa y las hizo, así que le debía varios y me los cobró. Ese siempre es un buen paso para romper la barrera del tacto y el hielo, porque ese iceberg ya se había convertido en lava candente a penas le di el primer besito. Al tercer besito estábamos enredados en los asientos con las piernas quizá dónde y cuando nos separamos, quedó todo lleno de lapiz labial, hasta en los dientes. Yo no sé cómo pasó eso. (Me pidió que no volviera a usar ese labial porque quedó desparramado por todas partes #1313)

La lava volcánica era tal que a penas nos bajamos del bus y nos subimos a otro, estábamos cada vez más pegados que siameses. Queríamos puro llegar a la casa y darnos toda la magia del sur. Una vez en mi casa, y tras haberle explicado a mi mamá que sólo era una conquista más, que se comportara, se tomó las pastillas para dormir y zaaaazzz!, pero esa noche durmió en la cama de visitas.

Al otro día vimos películas de terror y le dijo a mi mamá que le daba miedo dormir sólo (SÍCLARO), que si no había drama que durmiera conmigo. Ella ya lo amaba, me veía en el altar de blanco con él esperándome, con 5 nietos para ella y quizá una ranchita en el sursh, así que le dijo que sí y cada vez que me despertaba, además de tener al washitorico en mi cama, tenía algo nuevo de él... unos pantalones en mi ropero, sus diferentes zapatos, su desodorante... marcando territorio. Me sentí un poco despavorida, pero el culión matutino siempre me hacía olvidarlo, y el de la tarde no me daba tiempo, y con el de la noche, ya no me importaba nada. (Tuve que ir a la gine a decirle que estaba muy pal pico, literalmente, y me dijo que me daban mucho y muy duro. Yo no le vi problemas al asunto y le pedí más pastillas.)

Estaba asustada, pero mi psicóloga (malapersonamala) me dijo que me haría bien y después de eso, le di rienda suelta a mi corazound. Así que fuimos a tirar al bosque, a la pradera, al lago, movimos la cama de una esquina a otra cuando mi vieja no estaba en la casa y seguíamos dándole... rienda suelta... a nuestros corazones, obvio. Empezamos a planear qué hacer, quedaban pocos días y... ¿nos veríamos de nuevo? .

Él se fue, y antes de irse, le dije que arruinaría mi pieza, mi cocina, mi cama, mis duchas, todo, porque ya no serían lo mismo, arruinaría todo al irse, pero no por irse, si no, por haber estado.

Esa fue la primera vez que lo vi partir en un bus. Las despedidas en terminales se harían habituales.
Cuando lo vi alejarse en el bus, y su rostro de penita por la ventana, quería gritarle impulsivamente un “te quiero”, pero se fue y no pude.







Un placer, M.

#W

Sexo con Amor.


A #W lo amé. No fue culminante, no fue pasional... fue de a poco, por partes.
Un día me di cuenta que sus ojos eran más verdes con el amanecer; o que sus pestañas ondeaban como olas en el mar; o que entre sus manos, las mías ya no sentían frío, que lo buscaban, necesitadas de su roce; o cuando me dijo que todo iba a estar bien, cuando el mundo colapsaba encima mío, y le creí, y fue cierto, tanto como cuando me dijo que me quería, lo veía en sus ojos; o cuando me dijo que eramos una familia, sólo nosotros dos, que estábamos juntos; o cuando me reveló que cuando pidió su deseo de cumpleaños, sólo dijo mi nombre, tres veces. Así lo fui amando...



#W fue mi primer pololo, mi primer marido, mi primera pajera, mi primer culión, mi primer amante y aprendí, como se aprende del primero. Y él aprendió de mí. Me inculcó el deseo de tener algo serio con él, o con cualquiera en algún punto, de no tener tanto miedo y cuando lo veía arar la tierra para hacer el huerto, me imaginaba dos niñitas jugueteando con él, con su pelo rubio y mis mañas, o una casa grande para los dos, llena de libros y arreglos hechos por él... Lo veía y veía una vida, algo que jamás tuve [y no creó que tendré].

Con #W partimos como quinceañeros: nos íbamos a tocar a todos los parques habidos y por haber, y pasando mi “desflore” seguimos los toqueteos en moteles (Marín <3). Lo hicimos en una carpa, en medio de la nada, en el Cajón; lo hicimos en todas las partes posibles de un colegio (incluyendo la sala de profesores con esa mesa enooorme de madera, donde me tendía porque quedaba justo a la altura 1313), en ambos cerros de Stgo, en San Fernando, en las Siete Tazas, en Molina, en Valpo, en Dalcahue, en un cuartito escondidos atrás en mi casa, en el sillón reclinable de cuero, en el sillón cama en la casa de sus abuelos...

Sexo con #W antes de llegar a ser “hacer el amor”, fue aprendizaje. Nos tomamos, nos besamos, nos mordimos, nos movimos, de todas las formas posibles, inventamos formas nuevas de placer... nos dimos como caja .



Recuerdo una de las primeras veces, cuando fue por mí a la sala y me tomó de la manito. Tenía los ojos brillantes de excitación, como si hubiera encontrado un tesoro. Me llevó entre medio de unas rejas, salté unos estantes y esquivé unas sillas (todo muy parkourt) A tientas sentía lomos de libros, hojas desparramadas por otro lado, el olor a tinta de libros viejos... Mi respiración se agitaba más y más. La expectativa me tenía húmeda. Sabía dónde estaba, sabía él que una de mis fantasías era hacerlo en una biblioteca, pero no sabía aún lo que me esperaba...
Me tendió en un mesa, me sacó los zapatos, los pantalones y los calzones. Se acercó a besarme en los labios y fue bajando por mi cuello. Me tocaba con una mano la cintura y con la otra rozaba a penas mis piernas hacia el interior... Yo trataba de tocarlo, de buscarlo, de besarlo, pero no me dejaba. Me pidió que me tendiera y lo hice. Bajó su cabeza y la incrustó en mi entrepierna, me besó, la lamió y yo no sabía cómo reaccionar ante tanto placer, siendo la primera vez que estaba en esa situación. Me obligó a quedarme quieta y siguió dándome más, y empezó a meter sus gruesos dedos, uno por uno... vi la luz, sí, la luz divina, la luz de la vida, lo que sea.



Después de nuestro idilio, nos fuimos a vivir juntos. La vida de matrimonio nos sentaba bien; él era un excelente marido (trabajaba mientras yo estudiaba, se preocupaba de la casa y de que nada faltara), pero pésimo pololo y yo era una excelente polola (lo atendía, lo regaloneaba y siempre quería que hiciéramos algo juntos, algo nuevo) pera pésima esposa, no pudimos compensar las fallas y le dije que mejor terminábamos.

Nos fuimos a beber con #V y terminamos tomando tequila los tres en la casa. Él le decía, mientras yo invocaba a Jebús tratando de resucitar al tercer güitreo, a #V que aún me amaba, que no entendía por qué yo hacía eso, que estábamos mal, sí, pero que era solucionable... Y yo pensaba en que los demonios de cada uno nos pasaban la cuenta. Que no quería seguir durmiendo sola en esa cama enorme mientras pasaban semanas y no me tocaba. No quería seguir sintiéndome sola si él se suponía estaba conmigo. Me empoderé y ese día, en el que me fui a la casa de #P y él donde los hermanitos, con mis cosas adentro del taxi y él afuera, yo me preguntaba qué haría sin él, y qué haría él sin mí, qué sería de nosotros, tan solos, sin nosotros para hacernos compañía...

Un par de días después nos juntamos a vernos, a saber de nuestras vidas y nos empezamos a besar, a culiar, y seguimos juntos, no pudimos separarnos. Estuvimos años así. Años en los que pensamos que podíamos volver a estar juntos, siendo monógamos (porque yo me tiraba a medio Chile mientras él sólo tiraba conmigo) hasta que me comí a #N y le rompí su corazón y él el mío. Seguimos viéndonos, seguimos tirando... Yo me fui al sur y nos juntábamos en Valdivia a vernos, a tirar, por lo menos una vez al mes... Tenía que dejarlo ir, y como me dijo #V el otro día, sólo se olvida cuando llega alguien mejor (cosa que no creo) y llegó #R, muy a mi pesar.

Un placer, M.

jueves, 28 de julio de 2016

Brote de lujuria.


Cuando conocí el clítoris.


Más allá de haber pasado por la etapa genital que define la psicología en la que debo haberme toqueteado más de una vez, recuerdo cuando me masturbaba a los 6, a los 8 y no dejé de hacerlo buscando placer en ese pequeño espacio de mi cuerpo, sin lograr nada.

Un día, en mi casa, sola, haciendo lo mismo que llevaba años haciendo, el movimiento mecánico de mis dedos logró algo más de lo que ya había logrado durante años. Me acosté en mi cama boca abajo, gemí de placer y entre mis gemidos y el roce de la cama contra mi cuerpo, sentí, por primera vez, una explosión de placer. Lancé un chillido ahogado en las almohadas y terminé agotada. Luego de eso, lo intenté un par de veces y me resultó en todas.

Con los años, además de sólo mover mis dedos en forma circular sobre mi clítoris, aprendí a frotarme con el calzón de turno, a estirar las piernas para prolongar el orgasmo, a buscar en mí qué parte me excitaba y cómo debía tocarme.

Conocí mis dedos. Sabía cómo y cuándo meterlos [y cuántos] o algún otro utensilios si fuera necesario. He probado con la ducha teléfono y su chorro a máxima potencia, con ganas y sin ganas, boca arriba, abajo, parada, sentada...

He culiado conmigo de las maneras más inimaginables y aún más veces que con otro ser humano. Me he aprendido a amar, a desear, a gustar y gracias a esto, he podido enseñarle a otros/as a hacer lo mismo. 



Recuerdo un día, en el que estaba en la micro, volví a de la casa de #R a mi casa, no había nadie, era de tarde y estaba aún muy volá. Veía la ciudad desde lejos y la música resonaba en mis oídos. Con #R culiábamos sagrado la noche en la que me quedaba a dormir, y al otro día en la mañana, pero esa mañana no recuerdo por qué, no lo hicimos, así que sentía que me faltaba algo y la marihuana me pone muy muy caliente...


Estaba en uno de los asientos de atrás, no al fondo, uno justo antes de esos, frente a la puerta, con un par de pasajeros en mi misma fila bien adelante, nadie en los asientos de atrás y alguien en diagonal a mí que me tenía como punto ciego. Saqué la mochila, la puse arriba de mis piernas, puse el polerón arriba de mi entrepierna y puse las manos abajo del polerón, pasándo una bajo las calzas, frotando sobre mi calzón y cuando sentí que este ya estaba mojado, lo corrí hacia un lado y me empecé a tocar, con la vibración de la micro moviendo mi trasero constante y aprovechando los frenazos fuertes para bajar mis dedos a mi vagina y dejar que se introdujeran levemente. Seguí así, despistada, tocándome, pensando que no iba a llegar al climax y si lo hacía, me saldría un gemido incontrolable y la micro cacharía todo. Seguí así, aprovechando el ritmo de la micro, los vaivenes, las curvas, la gente que sólo bajaba y no subía, y seguía... seguía... más y más rápido, el polerón se movía un poco dejando entrever que algo pasaba debajo, pero nadie podía verme, nadie podía saber... seguía, y seguía... y no pude parar... empecé a sentir la sangre corriendo fuerte, mis músculos tensionarse, más... más... un último gemido ahogado en la boca, casi esperando una mano bondadosa que me la tapara y un orgasmo de esos que te dejan muerta, con las piernas lánguidas y lista para dormir.




Nadie me conocerá mejor que yo, o quizá, nadie si quiera podría conocerme tanto como yo y por eso agradezco poder tocarme. Poder sentir cómo reacciona mi cuerpo, cómo funciona, cómo y dónde... La Masturbación, sin perturbación, es liberadora. En este caso, hago siempre énfasis en la masturbación femenina por lo consciente que soy de que varias me han contado que jamás han tenido un orgasmo, pocas veces se han tocado y se frustran, o quizá, creen que es sucio, no pueden ni verse al espejo sin sentir vergüenza. Pero a todas ustedes, las invito a tocarse, cada cuál encontrará su táctica, cada cuál podrá decidir si será uno de 3 minutos o de 30 y a los hombres, también. Le pido encarecidamente, que se toquen, que no dejen de hacerlo, que procuren aguantar más, que no se vayan sólo por el trámite, que sean más cariñosos con ustedes mismos y prueben. Tranquilos/as, nadie los/as ve y tienen mi bendición.

Un placer, M.

jueves, 14 de julio de 2016

Adolescencia

Mala cuea.


Debería partir dejando en claro que no creo en la “suerte”, “los astros”, ni “el destino” mucho menos, pero quizá también deba dejar registro de que nací un martes 13, signifique lo que signifique.

El médico dijo que era de “buena suerte”, así que se programó mi nacimiento para ese día. A pesar de las súplicas de mi madre para nacer un día más ordinario como un miércoles 14, salí a regañadientes del vientre materno, sin llorar porque lo chora lo llevo desde siempre (aunque el metroveinte no acompañe).


1997

Recuerdo mi primer “amorsh” un poco borroso. Recuerdo sí cuando mi mamá invitó a todos los amiguitos de la cuadra y a mi vecino de al lado que me caía pésimo, pero me llevó chocolates y me encerré a comérmelos todos en la pieza mientras los invitados me esperaban para la torta. Ahí estaba yo, mañoseando porque había ido un niño que me caía mal, pero no el que en serio me gustaba. Era mayor que yo, su abuelita vendía huevos de campo, me iba a buscar para salir a jugar, pero nunca me pescó. A pesar de eso, las barras de chocolates, no me las quitó nadie.

2000

Como mi mamá es más pasá de rollos que yo, y eso ya es harto, le creyó al pie de la letra a mi papá cuando le dijo un día de talla que había entregado mi alma al diablo, sí, exacto, a Satán alias el Coleflecha. A penas aprendí a leer, me metió a hacer la primera comunión y conocer a Jisus, pero yo conocí al primer mijitorico y caí en el camino del pecado. Bueno, no tanto. Era rubio, ojos azules, carita de porcelana, igual a un querubín de la Capilla Sixtina, pero yo, como patito feo, aún no mutaba en este cuerpo sexysensual que me caracteriza y con mi carepolla, mis rulos de esa época maltrechos (ahora inexistentes) y mi uniceja incipiente, jamás lo conquisté y de alguna forma retorcida, de ahí en adelante evito a “los/as niños/as bonitos/as”.

2003

Luego de cuatro años en un colegio de “señoritas”, cambié brutalmente a un colegio a medio construir en la periferia, mixto, en el que estuve dos años. Le lanzaba sillas a mis compañeros cuando me molestaban por los vellitos en las piernas, de los que aún no aprendía a sentir vergüenza y por los que fui rechazada después de un par de cartas de amor.
Ahí mismo, conocí al Príncipe Felipe. Yo babeaba por Príncipe Felipe, lo seguía a todos lados en el colegio, era su llavero casi y le seguía en el amén a lo que él quisiera, secretamente esperando que me dijera un día que me besaría y por costumbre le diría que sí a ciegas. Pero a Príncipe Felipe no le gustaba yo, obvio. Yo le gustaba a su mejor amigo, el que me llevaba dulces y tropezaba cada vez que lo miraba fijo.

2006

Después de no haber aprendido nada en ese colegio, y tras largas noches de estudios más intensos que para cualquier PSU, entré a un liceo emblemático en el centro de señoritas (nuevamente). Ahí, además de liberar un poco mi lado lésbico, que aún para mi graduación seguía tímido, liberé hormonas con uno que otro profe. Entre ellos a uno a quién traté de demostrarle mi amorsh ya no mandándole cartas, si no, creándole una cuenta de Fotolog, lo que desencadenó que nos dejaran condicionales a mí y a mis pokeamigas. Yo después de que me rompiera así el corazound, no le bailaría más no me importa que usted sea mayor que yo (la the real) o no le dejaría más papelitos con mensajes tipo “te queda bien esa camisa hoy, la del otro día te hacía ver horrible” para tratar de ganarme su amorsh.

2008

Al hombre-paloma lo conocí, lo besé y seguí con él por la esperanza que te da la inexperiencia. Me sentía como en un matrimonio arreglado, esperando que con el tiempo naciera el amorsh. Era mi primera relación y quería que las cosas salieran bien, pero además de sus besos en los que me sentía como una migaja de pan de la Plaza de Armas picoteada por su boca palomil, no soportaba sus canciones románticas, que me dijera princesa o que me llevara flores envueltas en papel celofán. Me gané a sus amigos, a sus viejos y le di los mejores consejos de vida a pesar de él ser 5 años mayor, todo eso en las dos semanas que duramos, pero él decidió que su amiga que le tenía ganas (maracamala) tenía razón al decirle que se alejara de mí y no lo pesqué más. Aún después de las veces en que me buscaba, me llamaba, hablaba con mi mamá, iba a la casa... El amorsh, nunca germinó.

Ese mismo año, y quizá a causa de lo mismo pasó todo lo que pasó con hombre-paloma, yo estaba enganchada de un oso. Él me daba la atención que le daba al resto, pero me enganché porque al más mínimo gesto de cariño, caigo (caía) rendida. Era gordo, felpudo y amoroso. Un oso cariñoso. Tan enganchada estaba, que juntaba su apellido con el mío en los nombre de nuestros hijos, nos imaginaba de vacaciones en alguna playa perdida y sus pestañas largas al amanecer. Y de nuevo, después de intentos fallidos de mandarle mensajes y cartas de amorsh, dejé de creer en Dios (sí, tal cual) y no lo vi más.

2009

Era la época de msn (caidadenarnettttt) de poner música en el Ares para demostrar lo cool que eras, de cambiar tu nick a colores en degradé y tu subnick con palos para alguien por quién te ponías “ausente” cuando en realidad te quedabas a sapear qué hacía. Un día me agregó un niño con el que hablaba noches incontables, de todo un poco así que decidí dejar el contacto virtual y encontrarnos en La Plaza. No hablamos nada hasta llegar al carrete, no hablamos nada en el carrete, pero me dijo que nos fuéramos en el ascensor juntos y nos besamos. De ahí, seguimos sin hablar en persona, mucho por msn y besarnos... A pesar de que este me encantaba, me dijo que estaba confundido con una niña del curso de al lado, que me miraba con odio en la hora de almuerzo y le dije que estaba demasiado grande para esas cosas y ahora sueño con su gemelo.



Seguí así, con más de alguien en el camino, pero con miles de intentos fallidos. Entre tratando de forzarlo o sólo dejando que pasara, siempre resultaba mal y me rendí. Fue ahí, cuando estaba en mi último año en el liceo y conocí a #N. Con él, y todo lo que vino después, puedo decir que mi “suertecambió...



Un placer, M.

lunes, 11 de julio de 2016

Impertinente, imperceptible e indecente.

Compensando males con habilidades.


Yo a él... lo quería, o lo que haya alcanzado a sentir. (Me cuesta mucho querer a alguien y reprimo todo sentimiento hasta que me tiro de guata al amorsh y me pego manso costalazo.)

Los coqueteos llevaban demasiado tiempo y había que hacer algo al respecto. Nos juntamos en Brasil a tomar. Bebimos, bebimos y bebimos, como los peces en el río. Yo iba cada dos vasos al baño para cerciorarme de verme aún digna, cosa que se desvirtuaba con cada ida.


Se nos acabó el copete y los chiclés jotes también. Hice lo que mejor sé hacer: lo llevé a lo oscurito. Fuimos a Cumming, a un motel de por ahí, uno que él conocía. Estábamos tan calientes, o al menos eso veía yo en él, que en dos movimientos estábamos sin ropa.


Besos por aquí, besos por allá y cuando llega el momento de bajar la mano, lo toco y... nada. No nada de nada, sí, había algo ahí pero... era tan pequeño... y estaba flácido, o más preciso sería decir, decaído, casi se le veía triste. Ya, no importa dije, tiene los deditos gordos y con el esfuerzo y con la ayuda, de esas pequeñas grandes cosas, lo podremos lograr (Soprole, auspíciame).



Traté de no poner cara de espanto y me armé de todas mis técnicas ctm. Lo toqué lento, lo mordí, lo besé como mejor sé hacerlo y bajé. Le hice la aspiradora, la batidora, la golpeadora dándole unos chirlitos por si despertaba, pero nada. Estuve tanto tiempo ahí que me dolian las rodillas y ya no se me ocurría nada. Estaba frustrada, caliente y con el ego herido.



El pobre cachó todo, parece no era primera vez que le pasaba y me agarró, me miró con cara de "no importa M, gracias por intentarlo", me tiró arriba de la cama y conchesumadre, así tal cual. No erré en sus deditos gordos y su lengua maestra, porque cuando la vida quita por un lado da por el otro, o eso quise pensar.

(Reitero que este chiquillo me gustaba gustaba, o algo así. Lo intentamos una segunda vez y pasó lo mismo, así que por mi ego herido, mejor lo dejamos hasta ahí.)


Un placer, M.


viernes, 1 de julio de 2016

Sin práctica


Vaginas inexpertas.


Conocía a #J, hablábamos mucho por internet hasta que me dijo que nos juntáramos 1313. La mina llegó una hora tarde a las escaleras de la Biblioteca Nacional y menos mal que yo estaba con #V porque ella llegó con SU MINO. Hablamos sobre nada y nos dividimos sin si quiera decir adiós. Charcha todo.

Después de eso me pidió mil disculpas, que le diera otra oportunidad, blábláblá y acepté, porque creo en el viejito pascuero po, así de ilusa con la gente.



Llegó con pantalones que hacían ver su hermosa silueta. Yo llegué como siempre; polera negra, pañuelo, panties. Fuimos al parque delasdiversidades populares: Forestal y la cosa se puso cada vez más cachonda. Me dijo que su casa estaba sola así que accedí, las ganas ya eran inminentes, aunque no nos hubiéramos dado ni un beso.

Llegamos después de tres colores de líneas diferentes y tomar una micro que me llevaría quizá dónde, porque bien podría descuartizarme ahí mismo y nadie tendría ni idea.



Fuimos a comprar cervezas unas tres veces (malditas doradas), yo ya estaba echa bolsa o un poco subida de copas, como quieran kajs, se sentó al lado mío en el sillón y me besó de una, suponiendo que me escaparía si se tomaba más tiempo. Le bajé el ritmo, me llevó a su pieza y deslicé mis manos a sus pechos, los que no tenían sostén (biencsm, más fácil para mí que a penas sé sacarme los míos) y estaban turgentes, casi esperando mis manos. Me desabonté el short y quedé con la polerita larga que a penas cubría mi tasero. Ella se sacó el suyo que era tan apretado que tuvimos que luchar y reímos. (Gente, si no hay risas en el proceso, no se vaticina buena la cosa.)


Me subí arriba de ella, nos seguimos besando y le saqué la polera sin dejar de mirarla a los ojos, sus manos no dejaban de acariciarme y me pidió que me diera vuelta. Me besó desde la nuca hasta el último rincón de mi espalda, incluyendo los hombros y costillas. Después empezó a lamrme, cada una de las vértebras que conforman mi pequeña espalda. La agarré de las manos, la tiré encima de la cama y a mí encima de ella, jamás soltando sus muñecas que tenía por encima de su cabeza.




Le lamí los lóbulos, el cuello, sus clavículas escondidas detrás de tanta piel y le mordí los pezones a los que ella respondía con un gemido cada vez. Ella no hizo mucho más, los nervios se le notaban. Le lamí el clítoris hasta que estuviera lo suficientemente húmeda y dilatada para meter mis dedos... Después de no muchos minutos se fue y yo quería lo mismo.



Ella intentó seguirme la corriente pero supongo que los nervios eran más grandes y cada movimiento era más torpe que el anterior. Yo ya estaba cansada y hastiada, fingí un pésimo orgasmo y nos acurrucamos en la cama.



A pesar de que ella quería abrazarme yo me corría cada vez más al extremo opuesto de la cama. No dormí bien y cuando vi la luz del amanecer, agarré mis cosas, ella aún dormía, le di un beso en la cara, se despertó y antes de dejarla decir nada, me despedí con una sonrisa, ambas sabíamos no nos volveríamos a ver.

Un placer, M.

#H

El profe.

Siempre he tenido un tema con las líneas de jerarquías. En volá porque mi vieja se hizo tan amiga de mi profe jefe en básica que nos íbamos de vacaciones a su casa. Así que cuando veía un/a profe, sólo veía un ser humano como yo. Esto me causó algunos atados y otros beneficios...

A #H lo conocí cuando me hacía clases en el preu. Hablaba del amor y la revolución y caí. Babeaba las tres primeras semanas hasta que decidí hacer algo. (Cabras, hace años que sigo la misma regla y si no fuera por ella no tendría tantas weás que contar -nielblog- y es HACER.)



Un día al final de la clase él estaba con un libro, se lo pedí prestado y nos quedamos conversando. Una cosa dio paso a la otra, nos agregamos a facebook y los coqueteos eran más y más intensos.

En el preu era bien de cabros chicos todo; me tiraba elásticos, se paseaba por mi puesto y me rayaba los cuadernos, ponía música que sabía que me gustaba cuando nos dejaba haciendo ensayos, me invitaba a almorzar, caminábamos toda su colación por los alrededores del preu, me llevaba a ver libros y tratábamos de toquetearnos cada vez que podíamos.




Como #H se demoró mucho, era mi profe, jamás iba a pasar nada, era una weá platónica blá... Me puse a pololear con #W. De hecho, le dije que me fuera a buscar un día (de puro mala de adentro que soy) y #H me dice en la noche por facebook que se había impactado un poco al verme con chiquillo (bienctmre).

Esto quedó en nada y al año siguiente me dice que yo le había gustado. Onda, gustado the real, que le pasaban weás conmigo y que se sentía como pendejo de quince baboso por mí. Csmare. Yo estaba casi casada ya con #W y lo dejamos ahí. Al año siguiente lo mismo y así...


Tres años después de haber salido del preu y tres años de coqueteo intenso, más mi soltería y nuestro retomar el joteo, decidimos vernos.


Nos juntamos afuera de Estación Mapocho y fuimos a comer a La Vega. Después, rodando llegamos a una banca en el Forestal y no nos aguantábamos las ganas. Pasaos a comida casera y con el calor de la jungla de cemento, nos agarramos a calugasos. Terminé arriba de él, como pareja cuma sin plata pa' motel, besándolo desenfrenadamente mientras el me mordía.. Le dije que para qué se iba a ir #1313, que nos fuéramos a otro lado #1313 pero tenía pega y se fue.


(Sonaba Regresa - Chico Trujillo)


A los días nos juntamos con toda la mala intención a tomar en Brasil. Llegó tarde, pero valió la pena la espera. Tomamos en un bar que conocía él y nos fuimos a pasear por Santiago. De la nada estábamos tomando bálticas en un callejón en bella, hablando sobre música y la vida. Este weón me gustaba más y más. Lo agarré y me lo llevé al motel favorito, que no falla. Dormimos en cucharita y fue terribl'e lindo.


Nos empezamos a juntar, pero cada vez menos. Él trabajaba casi 24/7 y no tenía nunca tiempo para mí. Pero me lo llevé a tirar a la pensión donde vivía. Recién me había conseguido unas razas poderosas y terminamos al ritmo de la música. Después de mis gritos, la sueca fue a cerciorarse si me estaban matando o me estaban matando... a cachas. Era tanta la insistencia que salí en toalla y el pobre adentro tapándose a media las presas. Esa fue la última vez.

Un día me decidí y dije: es ahora o nunca. (Era un deja vú de lo que me había pasado con #N, porque mi vida amorosa o lo que sea, es cíclica y me pasa lo mismo una y otra vez.) Quería verlo, pero él es un hombre muy ocupado y blá. Yo exijo tiempo po weón.

- Tengo que decirte algo #H.
- (Sus ojos se pusieron como huevos fritos)
- Mira... tú... pucha... me gustas.
-  ¿Cómo? ¿Qué dijiste? (Me miró con cara de deleite, porque había escuchado súper bien)
- Que me gustay weón oh.
- Y tú a mí.
- ¿En serio? (Igual cachaba que había onda, pero no lo creí hasta que me lo dijo.) Mira, tú me gustas, y quiero estar contigo, osea, más tiempo. Tranquilo, no te estoy pidiendo matrimonio ni pololeo ni nada, sólo pasar más tiempo contigo.

(Era la conversación calcada que había tenido años antes en el Fore con #N y su respuesta fue la misma.)



Me dijo que era difícil y blábláblá. Seguimos hablando, pero me daba rabia cada vez que me mandaba un mensaje diciendo que no podía juntarse conmigo y salía a correr una vuelta a la manzana. Cuando caché que ya tenía rutina de ejercicio, le dejé de hablar y traté de superarlo.


Aún me lo comería con papas fritas. Aún cuando fui a Stgo y estaba delasmonógamas con #R nos despedimos con un abrazo apretado que nos faltó puro mordernosyponernosatirarahímismo. Aún me manda mensajes diciendo que me veo rica y weás, pero ahora es sólo un recuerdo, una letra menos en el abecedario y una historia más para ustedes.


Un placer, M.

La orgía

Conociendo a la dama blanca.


Era cumpleaños de mi mejor amigo Gaspar, compramos globos que pusimos por toda la casa cual película gringa, cositas pa comer que se acabaron en dos segundos y les pedimos a los argentinos que se hicieran los djs porque la sueca debía trabajar hasta tarde.

Tengo un poco de borrones de esa noche, pero creo que todos nuestros amiguitos (reality completo) estaban ahí. 



(Para el cumpleaños de la argentina, hicimos brownies de marihuana, pero había tanta que no fue necesario, una amiga se lo comió igual y llegó con la pálida al otro día a la pega. Nosotras, con #Majo lo guardamos para el día del carrete masivo #siempreready.)





Llegaban los invitados y como buena anfitriona dejaba sus cositas en lo oscurito (mi pieza). La gente empezó a beber, a bailar en una pista iluminada bien kuma con un foco que venía de la otra pieza y la distorsión se armó. Muchos se fueron, pero los que quedaron eran gente como yo, que siempre quería más. Yo aproveché de bailar sensualmente con los argentinos que siempre fueron mi fantasía y me comí a un par de amigos de quién sabe quién y en algún momento terminé con las pechugas afuera en la cocina comiéndome al washito rico de la noche.



El carrete estaba muriendo hasta que alguien sacó una botella y como quinseañeros, empezamos a jugar a la botellita y todo se descontroló; "oye, nosotros no nos hemos besado" paf, beso. Así hasta que nos comimos entre todos y todas; besos triples, besos con lengua y manoseos a otros cuerpos, quién decía ser hetero esa noche salió del closet (aunque volvió a entrar cuando despertó con mi amigo en su cama ups). Cada cual volvió a sus aposentos con su chiquillo/a de preferencia 1313 y yo me fui donde había más distorsión


Había llegado el dealer de mi amiga sueca, al que le dio mucho placer conocerme  -aunque no sé por qué-, sacó varias bolsitas con harina dentro (saludos a los tíos de la  PDI). 

Haré un pequeño paréntesis: Cohelo no es mi escritor favorito, ni nada por el estilo, pero ver como se formaban esas líneas en su portada, lo ha hecho el autor más estimulante al que he tenido alcance. Sigamos.



Una y otra vez compartía con la sueca que me preguntaba si estaba segura al principio (era mi primera vez) y luego cuando ya hablábamos hasta por los codos en inglés, francés, sueco y weás varias, ya sentía que había llegado a mi cuota y ella me decía muy tiernamente "la mitad tú y la otra mitad yo" y accedía.

Quería tirarme al amigo del pololo de la sueca, pero al pobre se le había muerto alguien y me dio delasmorales. Ya nos habíamos besado y supongo que con eso tenía que conformarme. 



Despertó #Majo y nos hizo caldito de mariscos pa reponer lo no dormido. Por lo demás, dormí como tres días seguidos y desperté con marcas extrañas como si hubiera tenido un encuentro del tercer tipo.



Un placer, M.